¿HAY QUE DAR SEMANADA?

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La paga semanal a los hijos es un clásico en las relaciones familiares. Tiene muchas variantes, tanto en las cantidades que se dan como en las edades de inicio. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta tradición puede ser una herramienta del proceso educativo pero, como en todo lo relacionado con éste, han de existir unos límites muy claros. Texto: Eva Millet

Publicado en LA VANGUARDIA MAGAZINE, junio 2010 ver pdf Semanada

Las variaciones sobre la paga a los hijos son muchas, tanto en lo que concierne a cifras y frecuencia en darla como a edades para empezarla. Hay padres, por ejemplo, que la inician a partir de los siete-ocho años: una etapa en la que el niño ya empieza a tener noción de las cantidades. Suelen darse sumas simbólicas, con la intención de que se adquiera una idea del valor del dinero y debute en el ahorro. Según algunos testimonios, esta responsabilidad temprana ha convertido a sus hijos en adolescentes que saben administrarse.

Otros, sin embargo, consideran que la paga se ha de iniciar cuando los hijos empiezan a ir solos. Las sumas que se dan en este momento, que coincide con la preadolescencia, varían entre los 10€ y los 50€ semanales (se incrementan a medida que el hijo o la hija crecen y empiezan a ir más y más solos). Por otro lado, hay padres que prefieren que sus hijos les pidan cuando lo necesiten.

Sea como sea, pese a la crisis, la paga semanal es una costumbre que continúa. Se da en muchos países y en todo tipo de familias, con independencia de su nivel económico. Un estudio realizado por la Asociación Mundial de Educadores en 2006 desveló que, en España, un 37% de niños disfrutaba de este metálico extra, mientras que en el resto de Europa el porcentaje era del 44%. El ránking de generosidad paterna lo encabezaban portugueses y franceses, con casi 5,50€ de paga semanal.

Un estudio más reciente, “Outlook Teens 2010”, sobre los hábitos de consumo de los adolescentes de entre 12 y 19 años de 8 países (como Brasil, España, Estados Unidos y Francia), eleva estas cifras. Realizado por la fundación Creafutur, el informe concluye que, de media, un teen de hoy gasta cerca de 155€ mensuales, cifra cuatro veces superior a su asignación. La ropa, la alimentación, el salir y la tecnología son las áreas prioritarias de gasto.

Precisamente, fueron 150€ los que llevaron a un joven sevillano a denunciar a sus padres porque se negaban a subirle esta asignación mensual. El hijo, un estudiante de 22 años, vivía todavía con ellos, una de las razones por la que el juez no le dio la razón. Es un caso anecdótico, pero a la vez un buen ejemplo de la necesidad de imponer límites con los hijos en una cuestión tan importante como es el dar dinero. “Los padres tenemos la obligación de alimentar, de cuidar, de dar afecto al hijo, pero no de darle una paga semanal”, afirma Joaquím Serrabona, presidente de la sección de educación del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya. “La ‘semanada’ es un acto voluntario, que puede estar muy bien como proceso de aprendizaje, para entender mecanismos básicos de la sociedad pero, cuando se convierte en una obligación, no funciona”, afirma.

Otros pedagogos opinan que la paga también puede ser una buena herramienta para equilibrar la fantasía del niño (“lo quiero todo”), con la realidad (“todo no puede ser”). Sin embargo, en los últimos años la presión por el consumo ha sido muy fuerte. Y muchos niños, como sus padres, confunden el tener con el ser: el prestigio económico con el social. “Hay mucho críos que intentan compensar sus vacíos (de afecto, de entidad, de autoestima), pidiendo cosas constantemente”, apunta Serrabona, quien considera que hay que frenar este consumismo con ejemplos vitales. Uno de ellos, tratar de evitar las continuas recompensas materiales, una herramienta habitual para educar. “Si comes todo te daré helado, si estudias te compro la ‘wi’, si te portas bien te daré un dinero…”, enumera el psicólogo. “Este tipo de mensajes de alguna forma transmiten que lo primero es el premio y cosas tan fundamentales como saber comer, aprender y tener una buena actitud, son secundarias”.

Así, la paga semanal puede ser algo positivo siempre y cuando se vincule a cumplir obligaciones que son producto del esfuerzo. A no ser que hayan serios problemas de comportamiento, no hay que recompensar a los hijos por hábitos y conductas básicos, como lavarse los dientes, recoger su ropa y aprobar. “Los premios, los extras, se dan cuando el niño hace un esfuerzo importante: como sacar unas notas excelentes o una ayuda importante en la casa”, recomienda el psicólogo. Estos extras pueden potenciarse cuando llega la adolescencia y aumenta la demanda económica. Combinar la paga con trabajos esporádicos (como clases, canguros  y  recados), es algo habitual en países como Estados Unidos y, además, una buena manera de empezar a enfrentarse a una futura vida laboral. Sin embargo, España va todavía atrasada en este respecto: según el estudio de Creafutur, el 79% de los adolescentes no ha tenido ningún contacto laboral.

Ya sea en la niñez o en la adolescencia, los expertos recomiendan siempre dar cantidades discretas de dinero a los hijos: “La sensación que ‘apenas llego’ es buena. La falta tiene la gran cualidad de que se valora más lo que se tiene”, dice Serrabona. Esta falta también impulsa otro concepto: el de la frustración, tan denostada por tantos pero tan necesaria subsistir. “Hay que aprener a asumir que no tengo suficiente para comprarme todo lo que quiero. Hay que poner limites a los excesos porque, si no, se va a la omnipotencia”, concluye el psicólogo. //

CLAVES SOBRE LA PAGA SEMANAL

Cuándo comenzar: A partir de los 7-8 años se produce un cambio mental clave en el niño: pasa de lo subjetivo a lo objetivo. Ya puede empezar a tener una noción del significado del dinero. Sin embargo, muchos padres consideran que el momento de dar una  paga empieza cuando el hijo o hija empiezan a ir solos.

Cuánto dar: La cantidad ha de ser discreta: la sensación de falta es buena y, también, una saludable dosis de realidad frente a la fantasía del “lo quiero todo”. A medida que los hijos crecen, la suma puede aumentarse, pero debería combinarse con la asignación de pequeñas tareas que les proporcionen unos ingresos extra.

Qué periodicidad: La paga suele darse cada semana, aunque hay familias que lo hacen mensualmente. Algunos hijos reciben dinero ‘a demanda’, una fórmula en la que, en opinión del doctor Serrabona, los padres siempre han de tener la última palabra: “Los hijos piden, los padres evalúan y dan lo que consideran que realmente necesitan”.

Hasta cuando. La mayoría de edad es una edad clave, aunque muchos hijos e hijas estudian, un esfuerzo que ha de recompensarse. Si trabajan y viven en casa deberían aportar algo a la familia. El final de la ayuda económica debería regirse por el principio de realidad: la noción de tener padres como apoyo es un lujo, pero hay que evitar que se convierta en una garantía para el apalanque, el acomodamiento.//

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