«La vida, se tenga la edad que se tenga, puede ser muy complicada». Así empieza mi reportaje sobre justicia de menores, publicado hace unas semanas en el Magazine de La Vanguardia. Este sector de la justicia, esencial en toda democracia, cumple treinta años de su instauración en España. Me picó la curiosidad por el mismo tras entrevistar a Emilio Calatayud, el juez de menores más famoso de estos lares. Tuve la suerte de que la juez María Sagrario Guitart me permitira acceder a su juzgado y pasar allí dos jornadas, además de poderla entrevistar a ella y a más personas involucradas en este sector de la justicia.
Y lo que descubrí me gustó, porque descubrí que la justicia de menores funciona y no es vengativa: aunque está regida por una ley penal, tiene una función educativa. No sólo prima la reparación a la víctima sino, también, la rehabilitación del infractor. Se cree en las segundas oportunidades, vaya.
Y se tiene muy en cuenta que el infractor está en la adolescencia —esta jurisdicción abarca los 14 y los 18 años—: un momento vital que todos hemos pasado (y recordamos intensamente), y que muchos estamos pasando con nuestros hijos. Un momento vital brutal, en lo bueno y en lo malo, donde chicos y chicas experimentan tantos cambios, dudas, necesidades e impulsos, que no sorprende que esta jurisdicción exista.
Porque, como me explicaba otra de las entrevistadas, Concepción Rodríguez González del Real, titular del juzgado de menores nº 1 de Madrid: «Los menores se encuentran en un proceso de formación: no pueden responder igual que un adulto”. La magistrada coincide con Emilio Calatayud en que la mayoría de los chavales a los que juzga cometen delitos, pero no son delincuentes. “Son sólo menores que cometen delitos. Y si se interviene de forma adecuada es más difícil que terminen en la jurisdicción de adultos: son más permeables y dan mejor respuesta en reinserción».
«Intervenimos en una parte de la sociedad muy sensible, que representa el futuro. Por ello, el tratamiento tiene que ser distinto”, añade la juez Guitart.
Los menores que aquí se juzgan «presentan déficits y factores de riesgo en un momento vital complicado, como es la adolescencia, que deben ser abordados y superados”, resume la juez González del Real.
Padres y madres, tomen nota de los factores de riesgo que me desgranaron los expertos en justicia de menores: el grupo de iguales (las clásicas malas compañías), las adicciones, la falta de capacidad normativa y formativa de los padres, el fracaso escolar, la ociosidad, la falta de empatía y la impulsividad. Sin olvidar la baja tolerancia a la frustración, característica que aparecía en casi todos los informes psicólogicos de los chicos y chicas que desfilaron por los juzgados los días en los que estuve allí.
Estoy muy contenta con el resultado de este reportaje que pueden leer al completo tanto en este link como en este pdf: JUSTICIA DE MENORES. Hay una cosa que, sin embargo, cambiaría. En la primera frase. Hoy lo empezaría así:
«La vida, especialmente en la adolescencia, puede ser muy complicada».
Así que tengan paciencia, padres y madres. Feliz año a todos.