
Es un eslogan, sí, pero me encanta. Es una buenísima manera de sintetizar dos cuestiones que niñas y adolescentes se están encontrando hoy en día:
1) La exigencia de ser perfectas (especialmente, a nivel físico) y 2) la poca importancia que se le da a una cualidad fundamental para ir por la vida: la valentía.
Reshma Saujani autora del libro Brave, no Perfect, (Valientes, no perfectas: teme menos, falla más y vive más audazmente) asegura que le preocupa «el déficit de valentía»». En esta charla TED que es el origen de su libro, asegura que «nuestra economía, nuestra sociedad, salen perdiendo si no educamos a nuestras niñas para ser valientes».

Saujani es abogada, activista y pionera de la iniciativa Girls who Code, cuyo objetivo es aumentar el número de mujeres en las ciencias de la computación.
Cuando lanzó las primeras campañas le sorprendió que, al enseñar a las niñas a escribir código informático, hubiera que hacer un trabajo paralelo en el entrenamiento de la valentía. «Escribir código es un proceso interminable de ensayo y error. A veces, la diferencia entre éxito y fracaso es solo un punto y coma. El código se rompe y se desbarata y, a menudo, requiere de muchos intentos hasta ese momento mágico cuando lo que estás tratando de crear toma vida. Requiere perseverancia. Requiere imperfección».
Y la imperfección, especialmente entre los más jóvenes (y no solo las mujeres), parece ser algo terrorífico. Ya he comentado alguna vez como uno de los nuevos miedos entre los adolescentes es el miedo a fallar, a equivocarse. Es un miedo azuzado por un constante aluvión de imagenes y testimonios fotoshopeados y maquillados —FALSOS, directamente—, que inundan las redes sociales y de los que nos nutrimos.
Yo ya tengo mis años y nunca me he creído lo que veía o leía en esas revistas cuché donde todos eran «felicísimos» pero se divorciaban cuatro números después. Mi escepticismo también existe en el día a día. Los seres humanos somos poco sinceros y nos cuesta admitir que fallamos, que nos equivocamos, situaciones inherentes a la condición humana.
Si a esta falta de honestidad le añadimos el bombardeo de «perfección» que asalta a nuestros jóvenes en su día a día digital, se entiende que el fallar sea considerado uno de los mayores fracasos de la vida, una posibilidad que genera los miedos a los que se refiere Saujani, especialmente entre las chicas: «En nuestro programa vemos el temor de nuestras chicas de no hacerlo bien, de no ser perfectas», explica. «Todas las maestras me dicen lo mismo: la primera semana, cuando están aprendiendo a escribir código, una alumna les dirá «no sé qué código escribir». La maestra mirará la pantalla y la verá en blanco. Si no supiera, pensaría que su alumna pasó los últimos 20 minutos mirando la pantalla. Pero si presiona ‘deshacer’ unas cuantas veces, verá que su alumna escribió un código y después lo borró. Lo intentó, casi lo consiguió, pero no logró hacerlo correctamente. En lugar de mostrar el progreso que hizo, prefiere no enseñar nada. Perfección o fracaso«.
Esta dicotomía es un engaño, porque la perfección es algo que se alcanza contadas veces en la vida: son momentos fugaces de plenitud en nuestras existencias que deberían considerarse como pluses, no como norma. Y como insta el mensaje con el que titulo esta entrada, en la vida es mucho más asumible y satisfactorio ser valiente que perfecta.
La congresista Alexandria Ocasio-Cortez es la última que se ha adherido a la campaña Brave, no Perfect. Este es su testimonio en la web de la misma. Esta joven política explica que, cuando decidió presentarse al Congreso de Estados Unidos, nadie la apoyó, nadie quería hacerse una foto con ella. Hoy es la más buscada y fotografiada de Washington pero ella insiste que no tiene nada de perfecta. Eso sí: procura ser valiente: «Cuando optas por la valentía se te abren muchas más posibilidades que en la búsqueda de la perfección».
Por cierto Ocasio-Córtez ha irritado a Ivanka Trump, la personificación de la palabra entitlement («derecho a TODO por ser quien soy»). A la hija favorita del presidente no le gusta su propuesta de un Green New Deal, orientado a combatir el cambio climático y garantizar el empleo y la igualdad de oportunidades en el país. Ivanka ostenta un puesto de mucho poder en la Casa Blanca pero, a día de hoy, no se conoce ninguna iniciativa suya que haya mejorado la vida de los americanos. Eso sí acude impecable a cada acto el que participa: una imagen de perfección que, francamente, no cuela.
