Hace casi un año que colaboro como columnista en la revista Cuadernos de Pedagogía que es un referente para los profesionales de la educación.
Mi columna está ubicada en la sección Historias Mínimas donde, entre otros, comparto espacio con Sara Beltrán, maestra de 0-3 años; el naturalista y escritor Ignacio Abella; Rosa Valdivia, maestra de Primaria; la artista y educadora Yera Moreno y el dibujante Litos.
De cada uno he escogido una contribución a la sección, que os comparto junto a un par de reflexiones mías. Prueba de que las historias, por mínimas que sean, también nos pueden ayudar a educar.
1. SOBRE EL MÓVIL

de hijos cada vez más enganchados a mamá y a papá a través de este nuevo cordón umbilical. “Mi hija de 13 años me whatsappea en cada recreo para contarme lo que hace: en casa, ya no sabemos de qué hablar”, lamentaba una madre el otro día. “Opte por el modo avión”, aconsejé. Por el modo avión han apostado desde el instituto Torre Vicens, de Lleida. O más concretamente, por prohibir el móvil a los alumnos de primero y segundo de ESO, tras detectar que “se despistaban y llegaban tarde a clase” y que, en el recreo, la mayoría “en vez de dedicarse a jugar, se aislaban los unos de los otros”. Una decisión bien recibida por alumnos y familias, y que ha llamado muchísimo la atención a los medios, por su osadía. Pero es que veces el sentido común es el menos común de los sentidos: de ahí la sorpresa de tantos.
2. LA IMPORTANCIA DE EDUCAR A CUIDAR LAS COSAS

3. GUSANOS DE SEDA Y EDUCACIÓN AMBIENTAL

observación y la constancia y otras habilidades e inteligencias que tienen que ver con el descubrimiento y la relación con “lo otro”.
La vida es el mejor antídoto contra la adicción a los mundos virtuales que secuestran la atención y vitalidad de niños y adultos, apartándonos de la realidad. Me refiero, sí, a videojuegos, televisores, móviles… Pero también a los libros y las aulas como lugares únicos de aprendizaje que no dejan tiempo ni espacio a la experiencia, a la relación viva y directa con la naturaleza y el entorno inmediato. Incluso cuando se hace difícil sacar a los niños al aire libre, podemos traer el bosque a la clase en forma de semillas y hojas, pequeños huertos o gusanos de seda. Todo tiempo invertido en vida y experiencia terminará dando sus frutos en forma de empatía y consciencia, salud física y mental, inteligencias y humanidad.
4. ADOLESCENTES, ROPA Y SEXISMO

lógica patriarcal” (lo de patriarcal lo añado yo), o directamente son tratadas con actitudes sexistas “van provocando” o “los pobres chicos no saben qué hacer con sus
hormonas y estas chicas así vestidas”. Todavía estoy a la espera de escuchar algún comentario mínimamente parecido del vestuario de los chicos, en los que se aluda a su provocación ante las hormonas femeninas, o a su descaro. Así que lo que más me apena de este debate, que ni siquiera es debate, puesto que se trata de códigos que no se dialogan con una parte importante de las personas a las que afectan, sino que se imponen, es que la mayoría de argumentos que se dan para sostenerlos ya nos suenan mucho, y no hacen más que reproducir prejuicios y actitudes sexistas que muchas de nosotras estamos hartas de oír. En serio, a estas alturas de la película, ¿no se nos ocurren mejores
argumentos? ¿o es que quizás no los tengamos?
5. ¿QUÉ QUIEREN SER NUESTROS HIJOS?
6. DE LA IMPORTANCIA DE JUGAR

no debería ser así, para la mayoría de los niños y niñas, al menos de las grandes ciudades, es el único lugar posible para relacionarse con iguales. Es muy raro ver pandillas jugando a
su aire en la calle. Las razones de ello dan para una reflexión muy profunda. La asociación juego-juguete es muy preocupante. Da la impresión de que tras un juego tiene que haber
algo material, algo que potencie el consumo. La asociación auténtica es juego-amigo o, mejor aún, juego-amigos. En palabras de Josechu Linaza: “El mejor juguete es un amigo”. Si un niño o una niña eligen para jugar un amigo virtual, por muy sofisticado, tecnológico, presente en múltiples catálogos…, antes que un amigo real, de carne y hueso, algo estamos haciendo mal, muy mal, y nos lo tenemos que hacer mirar.
7. PEDAGOGÍA —MÍNIMA— CONTRA EL RUIDO
- En el 2015 hubo un eclipse de sol en España. Debido a ello, diferentes administraciones de salud pública lanzaron avisos para proteger a los niños ante el fenómeno. En algunas escuelas se retrasó la hora del patio y en otras se cancelaron las excursiones. Estas acciones contaron con el beneplácito de los padres: la salud es lo primero. Me pareció muy bien el esfuerzo de gobernantes y comunidad escolar para salvaguardar el preciado sentido de la vista. Sin embargo, pensé que no dejaba de ser irónico que otro sentido básico, el oído, sea sistemáticamente machacado por estas mismas
instituciones. Hace años que soy testigo de cómo se están creando generaciones de sordos precoces. Ayuntamientos, responsables de instalaciones deportivas, escuelas y asociaciones de padres van –¡aquí sí!– de la mano, sometiendo a los niños a un bombardeo de decibelios en cualquier evento infantil que se precie. De la cabalgata de Reyes al partido de baloncesto, pasando por las fiestas escolares y los espectáculos musicales.
Con la temporada de fiestas de fin de curso a punto de iniciarse, no quiero desaprovechar esta tribuna para hacer hincapié en una cuestión sobre la que hace falta mucha pedagogía: el ruido perjudica seriamente la salud. Provoca la secreción de adrenalina y cortisol, hormonas del estrés; genera ansiedad, malestar y problemas de concentración, afectando al rendimiento escolar. A partir de ochenta y cinco decibelios, la presión sonora
ya es dañina y las células auditivas empiezan, literalmente, a morir. En su agonía, emiten ese pitido que todos hemos escuchado al salir de un lugar muy ruidoso y que nuestros niños ya conocen bien. Ellos son, según la OMS, uno de los grupos más vulnerables al ruido. Y debido a “prácticas inseguras de escucha” como las aquí mencionadas, esta organización alerta que más de mil cien millones de jóvenes en el mundo están en riesgo de sufrir sordera parcial. Bajemos el volumen, por favor.