
Hace unos días una lectora, Ester Olivella, me hacía una buena pregunta respecto a la cuestión del acoso escolar: «¿Qué pasa con los padres de los acosadores?», decía. «¿No se dan cuentan de lo que su hijo está haciendo? ¿No son ellos también quienes han de intervenir para que el acoso no suceda?».
La verdad es que no supe muy bien que contestarle, porque sospecho que suele ser habitual que los padres del acosador defiendan a su hijo; justificando, negando o maquillando lo que hace. De hecho, en este artículo de Elena Mengual en el diario El Mundo se resuelve mi duda: la periodista asegura que, a menudo, el simple planteamiento de que su hijo pueda ser un acosador, «provoca un rechazo de plano entre los padres».
La respuesta de los progenitores, escribe Mengual, suele ser de incredulidad. Del tipo: «¿Cómo va a ser mi niño un acosador?». «El pequeño verdugo no se identifica como tal, y las familias no conciben que su vástago pueda ser el martirio de sus compañeros», escribe. «Es más, cuando reciben la noticia, generalmente lo niegan y culpan a la víctima. E incluso se felicitan de que su hijo sea de los duros». Esta negación, concluye la autora: «Es uno de los problemas principales a la hora de atajar un comportamiento que, si no se corrige a tiempo, puede dar lugar a otras formas de violencia».
Yo he visto a alguno de estos padres negacionistas en acción: en un partido de fútbol, un compañero del equipo de mi hijo recibió un insulto racista. Cuando acabó el partido, el niño –de doce años–, se fue directo al agresor –también de doce años–, que ya estaba junto a su madre, y les dijo que aquello era intolerable. La señora reaccionó de la siguiente manera: «Algo le habrás hecho», le dijo, «y además, no te creo». Y así, tal cual, se marchó, con su hijito bajo el ala.
En el citado artículo de El Mundo y en la web elbullying.com, se da un retrato robot de cómo son los acosadores. A destacar, los siguientes rasgos:
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Falta de empatía
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Acentuada tendencia a abusar de su fuerza
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Gusto por la manipulación
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Ideas grandiosas de su propia importancia
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Fantasías ilimitadas de éxito y poder
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Necesidad excesiva de ser admirado
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Tiene actitudes y comportamientos arrogantes
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Impulsividad, baja tolerancia a la frustración e insuficientes habilidades alternativas a la violencia
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Dificultades familiares con los límites.
¿Les suena?
El perfil se adapta como un guante al de Donald Trump, quien ante la alegría de algunos y la consternación de muchos —me incluyo entre estos últimos—, ha sido elegido presidente de EEUU.
Se ha contado en infinidad de artículos que de niño, The Donald (como se refiere a él mismo, es habitual que hable en tercera persona), era un perfecto bully: «El joven Donald era narcisista, carismático y popular y le encantaba demostrar su superioridad sobre los que él consideraba más débiles», detallan en la web Lifedaily.com.
Titular del Washington Post: «Seguro de sí mismo. Incorregible. «Bully»: el pequeño Donny se parecía mucho al candidato Trump»
En este detallado artículo del Washington Post, sus antiguos compañeros de clase del carísimo colegio privado al que acudía, y sus vecinos del elegante barrio de Queens, lo recuerdan como: «Un acosador»; «de los dos más malos de la clase»; «un matón que pegaba a los otros niños»; «alguien que decía lo primero que le pasaba por la cabeza pero nunca admitía haberse equivocado»; «un matón y un bocazas». El Post cita la anécdota de la cual Trump se jacta en sus memorias: cómo le dio un puñetazo en el ojo a su profesor de música porque, explicó el futuro presidente de EEUU: «Consideré que no sabía nada sobre música». Al parecer, la historia no es del todo cierta pero el profesor de música, Charles Walker, poco antes de morir y al saber que su ex alumno se postulaba como presidente, describió a Trump de esta forma: “A los diez años ya era un pequeño cabrón.”
Pues bien, este c… se ha convertido en uno de los hombres más poderosos del mundo. El Donald Trump presidente de los Estados Unidos tiene infinidad de derivadas. Entre las más graves, el que el próximo mandatario de la primera potencia mundial sea un racista y un misógino. Una persona descrita como un narcisista y conocida por tener comportamientos arrogantes, nula empatía y sed de venganza.
Donald Trump, en definitiva, es un acosador. Sin embargo, este hecho no ha parecido detener a los millones de personas que lo han votado. Unos votos que también bendicen y normalizan un perfil, el del acosador, que tanto daño sigue haciendo a tantos niños en las escuelas de todo el mundo. La victoria de Trump no solo es un revés para la igualdad de derechos, la justicia social y el medio ambiente; también supone un revés en la lucha contra el bullying porque en este caso, el acosador no solo ha sido justificado por sus padres, sino por millones de votantes. Un espanto.
Tras la victoria de Trump, el comentarista Van Jones dio en el clavo con este tweet: «Es duro ser padre esta noche. Les dices a tus hijos ‘no seas bully’ y sale este resultado».
Nena, molt bé, la penjo la setmana vinent al Facebook!!!
Has de fer un reportatge sobre aquest tema, els profes mâavisen de que cada vegada hi ha més casos, ELS AVIS QUE EDUQUEN: http://www.lagranja.cat/ca/noticies/2016/11/21/avis-que-eduquen
petoooons
Cristina Gutiérrez Lestón
Codirectora de «La Granja»
Presidenta de la Fundació per a l’Educació
Autora del llibre ENTRENA’L PER A LA VIDA (Plataforma)
Coordinadora del llibre PALABRAS DE NIÃO (Plataforma)
Granja Escola de Sta Maria de Palautordera
(Montseny)
Web: lagranja.cat
http://www.fundaciolagranja.com
Tel: 93 848 11 25 / 93 848 23 28
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¡Moltes gràcies Cristina! El tema dels avis m’interessa molt. Faré alguna cosa. Petons, Eva
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