«Es que tiene una baja tolerancia a la frustración»
El niño (o niña) chilla, se tira por el suelo, rompe cosas, pega, escupe, da patadas, no presta los juguetes al amiguito, llora porque no le salen los deberes tras un primer y brevísimo intento, se enfada y abandona el juego si pierde o no sale elegido/a. El niño (o niña) resulta insoportable (incluso, para los propios padres), pero son estos los que justifican su mal comportamiento con una frase mágica, que oigo ya desde hace tiempo:
«Es que tiene una baja tolerancia a la frustración».
¿Perdón?
¿Qué quiere decir con eso? ¿Que tiene una enfermedad? ¿Un nuevo síndrome –el síndrome-de-la-baja-tolerancia-a-la-frustración–, que aparece con los primeros fríos o con los primeros calores? ¿O es más bien una especie de alergia primaveral –una alergia a la frustración? ¿Un estado irremediable, con el que los padres no tienen nada que ver?
Embed from Getty ImagesObviamente, la-baja-tolerancia-a-la-frustración no es ninguna enfermedad o condición crónica ni inevitable, sino una manera de justificar a los hijos que se ha puesto de moda en los últimos años. Una coletilla que, mi opinión, no deja de ser un auto-engaño paterno y materno que, además, no favorece en absoluto al niño o niña con baja-tolerancia-a-la-frustración. Porque para ir por la vida, eso lo aprendemos todos, hay que tener una alta tolerancia a la frustración.
Me reconforta, por tanto, hablar con María de la Válgoma –doctora en Derecho, profesora de Derecho Civil en la Complutense de Madrid y autora de Padres sin derechos, hijos sin deberes y, junto con José Antonio Marina, de La lucha por la dignidad La magia de leer y La magia de escribir– y que ella también lamente esta especie de frase hecha.
La entrevisté para un reportaje sobre jóvenes activistas que, en teoría, no tenía nada que ver con esta nueva entrada per, durante la conversación ¡salió la frase! Refiriéndose a la sociedad española actual, la pedagoga me comentaba sobre la tendencia de los últimos años a infantilizar a los hijos en vez de darles responsabilidades. Algo que ya nos pasa factura, a padres, hijos y docentes:
«Hoy la mayoría de los psicólogos te dicen que a los niños nuestros no les hemos exigido nada y que tienen una falta de resistencia a la frustración absoluta. Las consultas están llenas de esto» explica María de la Válgoma. «Yo lo veo en mis alumnos: tienen que entregar este ejercicio en tal fecha, digamos cinco días, y cuando se pasan y no se lo acepto… Ellos no lo aceptan. Yo les digo que esto es como un tren y, como han llegado tarde pues lo han perdido. No se pueden subir y, sobretodo, no se enfade usted con el jefe de la estación, enfádese usted por no haberlo entregado a tiempo».
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Para esta pedagoga han habido varias circunstancias que han provocado la infantilización: «Por un lado, los que hemos sido educados en el franquismo por padres muy autoritarios, queríamos todo menos eso. Por otro, creo que también influye el hecho que cada vez se tienen menos hijos y tu niño es como tu logro».
Un logro que los progenitores están dispuestos a justificar con excusas como la susodicha «baja tolerancia» y por el que tampoco dudan enfrentarse con el mundo, empezando por los maestros: «Hoy, algunos padres van a los coles y pegan a los profesores, esto es insólito», denuncia María. Para ella, esta filosofía del “a mi niño que no me lo toquen” o «que no le digan nada porque se frustra» (de la cual he hablado extensamente en este blog), combinada con la coyuntura de que los hijos se tienen más tarde y que cada vez hay más hijos únicos, resulta en que «les estamos haciéndoles un flaquísimo favor a los pobres niños; les estamos idiotizando».
En definitiva: tener baja tolerancia a la frustración no es una enfermedad crónica ni incurable, sino algo que los padres debemos enseñarles a superar a los hijos. ¿Cómo? Con límites, un no de vez en cuando y educando en el arte de la paciencia, tan necesaria en esta vida.
Yo si que tengo baja tolerancia a la frustración, la que me causan esas madres y sus respectivos retoños. Basicamente están creando monstruos que van por la vida con un «permiso» para ser egoistas, impacientes, groseros e irrespetuosos. Como dicen los americanos: God hel us all.
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Anna gracias y… ¡no te frustres! Pero tienes razón. Te mando link de otro artículo que escribí sobre un programa en EEUU para estimular que se hable más a los hijos que me pareció muy interesante. https://educa2.info/2015/02/18/hable-mas-y-mas-a-menudo-con-sus-hijos-lo-ideal-son-21-000-palabras-diarias/
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