La transformación de niña encantadora en quinceañera insoportable es una realidad intensificada en los últimos años.
Casi de un día para otro se pasa (y no solo en las niñas) de los abrazos cariñosos al rechazo indisimulado. De las sonrisas encantadoras a los morros. De contarlo todo a no explicar nada. De la atención incondicional al «no me des la lata» (o la chapa ola vara, según el argot que corresponda). De esos «¡os quiero!» que provocaban un vuelco al corazón al «¡os odio!» (a veces con la puntilla «sois los peores padres del mundo») que parecen partirlo en dos.
Este cambio de dulce niña a «malota» trastoca las relaciones familiares y puede llegar a vivirse como un doloroso fracaso. En especial, por parte de las madres.
De este tema, algo espinoso, sí, y de cómo hacerle frente va mi último artículo en la sección de #Parenting del Magazine de La Vanguardia. Os comparto el link, solo tenéis que clickar. ¡Gracias!