La hija (mimada) del jefe que tuvo que pedir disculpas.

Imagínese la escena: vuelo 86 de la compañía Korean Air Lines a punto de despegar del aeropuerto neoyorquino de JFK. A bordo viaja una alta ejecutiva de la compañía: no es una ejecutiva cualquiera, es la hija del jefe. El papá de Cho Hyun-ah (así se llama la protagonista de esta noticia) es el propietario de Korean Air y de un montón de otras empresas en su país, Corea del Sur.

Quizás por ello la mujer, de 40 años, se puso como una fiera cuando, ya sentada y con el cinturón de seguridad puesto, le sirvieron como aperitivo unas nueces de macadamia… ¡En una bolsa!… ¡En vez de habérselas puesto en un plato!!!!!

Cho Hyun-ah vivió como una afrenta aquella presentación y mandó llamar al jefe de los auxiliares de vuelo. A continuación, como explica The New York Times: «Le interrogó sobre las normas a bordo a la hora de servir nueces de macadamia. El auxiliar-jefe», continúa el Times, «balbuceó», lo que también molestó sumamente a la señora Cho Hyun-ah, quien decidió «que lo quería fuera del avión, de inmediato».

«Así que ordenó al capitán volver a la terminal para expulsarlo del avión», continúa la web en español de la BBC. Y así se hizo. Antes, como explicó el propio auxiliar-jefe: «Cho lo insultó, golpeó en la mano con un manual de vuelo y lo señaló con el dedo» mientras le obligaba a  arrodillarse.

La BBC añade que, en un principio: «La compañía justificó el incidente, argumentando que, por su cargo de vicepresidenta, era responsabilidad de Cho asegurar que se cumplían los estándares en lo respectivo al buen servicio durante el vuelo». Sin embargo, cuando la noticia trascendió los límites del avión de Korean Air, la reacción en las redes sociales del país no se hizo esperar. Entre otros, se comparó a la familia de Cho Hyun-ah con la tiránica familia de Kim Jong-un, en la vecina Corea del Norte, pero no fue hasta que hubieron llamamientos para boicotear la aerolínea, que Cho Hyun-ah se vio obligada a dimitir a causa del incidente.

«Me disculpo sinceramente», dijo la ya exejecutiva de Korean Air ante la prensa, visiblemente abatida. Sin embargo, fue su padre quien realizó la declaración más contundente. Como explica la BBC: «Cho Yang-ho, pidió perdón en nombre de su hija y en el suyo, ‘como padre y como el presidente de la aerolínea'».

Tras calificar de «idiota» el comportamiento de Cho Hyun-ah, dijo: «Ruego que me culpen a mí por la situación, porque todo es mi culpa. Fracasé a la hora de educar adecuadamente a mi hija».

Asimismo, el presidente de Korean Air anunció que su hija sería retirada de todos sus cargos en Hanjin Group, el conglomerado propiedad de la familia al que pertenece la aerolínea.

Los «hijos de papá» son un clásico en la historia del mundo y la performance de Cho Hyun-ah parece incluso un cliché. Ilustra muy bien la prepotencia que se puede llegar a tener siendo rico, poderoso y sabiendo que papá o mamá están ahí para protegerte. En este caso, no ha salido bien y, en épocas en las cuales lo que se lleva es justificar a los hijos a muerte, la reacción del padre es de agradecer (aunque quizás es un poquito tarde para lamentar no haber educado como debiera a una hija que ya tiene 40 años).

Me entero de la noticia mientras escribo sobre Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo (concretamente, el segundo en el ránking de este año), cuya filosofía educativa es bastante diferente de la del papá de Cho Hyun-ah. De hecho, Buffett es un crítico acérrimo de  las dinastías empresariales y, aunque ya era millonario cuando sus hijos eran pequeños, él y su esposa los educaron sin excesos. «No había nada que quisiéramos que no tuviéramos pero no teníamos ansia de muchas posesiones ni cosas así», explicó a la revista Forbes. «Disfrutábamos de la vida». Su casa (la misma en la que ha vivido durante los últimos 50 años), siempre estaba llena de amigos de sus hijos pero «los vecinos no nos consideraban nada especiales».

Según The New York Times, los hijos del segundo hombre más rico del mundo, Warren Buffett, «parecen poco influenciados por el dinero».  

Cuando Warren empezó a aparecer en las listas de los más ricos del mundo y todo el mundo se enteró de quién era: «Los niños ya estaban formados y sabían quiénes eran sus amigos. Y sus amigos eran sus amigos por su manera de ser y no porqué fuesen ricos ni cosas así».

Hace unos años, el billonario anunció que iba a dejar el 99% de su fortuna a causas filantrópicas. De este modo, reiteró una parte de su filosofía como padre: «Hay que legar suficiente dinero a los hijos para que hagan muchas cosas pero no tanto como para que no hagan nada».  Lo cierto es que, si sabes que tienes la vida asegurada gracias a los millones de papá, es muy tentador dedicarse al «dolce far niente» o comportarse como un déspota (o, en el caso de Cho Hyun-ah, como una déspota).