DESORDEN, LA PLAGA EN CASA

EL DESORDEN

DESORDEN

Para mucha gente, el mantener su casa en orden es una tarea imposible. En una sociedad donde se tienen más y más cosas pero menos tiempo y espacio, el caos doméstico es cada vez más habitual. Mientras, en los Estados Unidos (y ya también en España), existe la profesión del organizador profesional y hay webs en las que se desahogan los “desordenados anónimos”. Texto: E.M.

“Durante años, luché en vano por mantener mi hogar en orden. Tuve casas grandes, pequeñas, épocas sin niños y con niños, con servicio y sin servicio… Independientemente de las circunstancias, fui siempre una desordenada. No sólo era una sensación frustrante, sino también sorprendente, porque en otras áreas de mi vida era muy capaz”. La norteamericana Sandra Felton hace esta confesión pública en su popular página web, Messies Anonymous (Desordenados Anónimos), destinada a ayudar a devolver la armonía a las casas y las vidas de aquellos para quienes el desorden se ha convertido en un problema.

Felton, ya exdesordenada y autora de media docena de libros sobre el tema, es un buen ejemplo de cómo el mantener el orden en casa está sobrepasando el ámbito privado para convertirse en un tema de discusión de internet y en una opción profesional para mucha gente. Este es el caso de la estadounidense Donna Smallin, quien se describe como “consultora y organizadora profesional desde 1998” y también cuenta con una popular web (uncluttered.com), varios libros publicados y una abultada agenda como conferenciante e invitada a programas de televisión. La suya es una carrera con mucho futuro: “El desorden, la acumulación de trastos, es un problema enorme para mucha gente. En los Estados Unidos, la de organizador profesional es una de las 25 profesiones con un crecimiento  más rápido. Los socios de la Asociación Nacional de Organizadores Profesionales se han doblado en los últimos cinco años”, explica. Los medios avalan a Smallin: otra popular web (flylady.net) cuenta con más de 350.000 socios que reciben cada día un consejo para mantener el orden en casa, mientras que, como también ocurre en el Reino Unido, en la televisón norteamericana existen shows televisivos de muchísimo éxito (“Mission Organization” y “Perfect Housewife”) dedicados a resolver problemas relacionados con el caos doméstico.

Para Smallin, las razones de este creciente desorden son variadas. “Mucha gente dice que es debido a la falta de tiempo” explica “Pero, aunque es cierto que todos estamos muy ocupados, no creo que ésta sea la causa. Creo que tiene más que ver con nuestra capacidad adquisitiva: compramos muchas cosas que no necesitamos porque podemos y, también, para llenar vacíos emocionales y espirituales. Y lo que compramos hoy se convierte en un trasto para mañana”.

Smallin explica que en los Estados Unidos los hogares son cada vez más grandes y eso hace que “la gente compre más porque tiene más espacio”. Esto no ocurre en España donde la vivienda es cada vez más cara y más pequeña, y el espacio, un auténtico lujo. Sin embargo, la capacidad adquisitiva nacional ha aumentado muchísimo y por eso cada vez se acumulan más y más trastos. La proliferación de negocios dedicados a alquilar espacios de almacenaje en las periferias urbanas es una buena prueba de este desequilibrio entre posesiones materiales y espacio disponible.

De todos modos, se pueden tener cientos de metros cuadrados y vivir en el caos doméstico. Ya que, en principio, el ser ordenado o desordenado no es una cuestión de espacio, sino de carácter. Como explica la psicóloga Mireia Trias, “Está relacionado con aspectos de la personalidad y la educación de cada uno, ya que el orden también puede aprenderse”. Porque de hecho, como apunta Trias, nacemos desordenados: “La indiscriminación y el caos son características del recién nacido”, afirma.

Pero poco a poco, el bebé se integra en el universo humano del tiempo y el espacio con el ritmo de las comidas y las horas despierto y dormido. Un orden en el que entra gracias a la sincronía entre su propia maduración biológica y la intervención de otras personas (padres, cuidadores…) que intentan satisfacer sus necesidades. “Toda educación comporta un orden”, asegura Trias. “Pero también otros fenómenos básicos del ser humano lo requieren, como son el pensamiento y el lenguaje, que son organizadores internos que también sirven para poner orden en el mundo exterior.”

La dicotomía orden-desorden está presente en distintas etapas de la evolución de la persona e incluso, hay algunas en las que el orden o el desorden excesivo son algo normal al desarrollo: un niño de seis años, por ejemplo, coloca sus coches o muñecas en filas impecables, mientras que otro de catorce, en plena adolescencia, tiene una habitación que parece una leonera y un armario que da miedo. El problema para algunos surge cuando esa leonera continúa a los veinte, los treinta, los cuarenta… Cuando el desorden se cronifica y se extiende a otras zonas de la casa en forma de cocinas atestadas de cacharros sucios, armarios que son pilas deformes de ropa, cajones repletos de cosas cuya utilidad se ha olvidado, gafas, llaves, facturas y documentos importantes en paradero desconocido, suelos y superficies trufadas de objetos de todo tipo…

A primera vista, este desorden se considera un sinónimo de pereza, de pura gandulería. “Por descontado, hay gente que es perezosa y muy desordenada”, coincide Mireia Trias, “pero de la gandulería habría mucho de que hablar, porque a veces parece pereza lo que es desmotivación, desidia, apatía e, incluso, depresión”. De todos modos, Trias puntualiza que el desorden “No es siempre un signo de patología, aunque se puede dar el caso de que un desorden muy exagerado sea signo de un funcionamiento psíquico perturbado. También puede aparecer de forma más o menos enraizada en una persona que padece un trastorno mental o, transitoriamente, como indicador del inicio una crisis aguda”.

Mientras que la necesidad de un orden extremo (como la que padece Jack Nicholson en la película Mejor Imposible) está muy bien definida en psicología como un trastorno obsesivo-compulsivo, su polo opuesto está mucho menos estudiado. No fue hasta 1996 cuando los psiquiatras Randy Frost y T. Gross definieron clínicamente el hoarding (acumulación) como un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo consistente “en la adquisición o incapacidad de deshacerse de posesiones de aparente poca utilidad y valor creando un caos doméstico que impide desarrollar las actividades para las que ese espacio fue diseñado”.

Según la Fundación americana de Obsesivos-Compulsivos, sólo en los Estados Unidos existen en la actualidad 1.4 millones de hogares víctimas del hoarding. Algunos son de personas que sufren lo que se conoce como el síndrome de Diógenes, una condición que afecta a gente anciana, que vive sola, carece de una red afectiva y social y tiende a acumular objetos y/o animales en sus casas, olvidándose de la higene personal y doméstica.

Sin embargo, hay muchas hogares-caos en los que habitan familias jóvenes, en apariencia normales, con hijos en la escuela, trabajos estables y, también, toneladas de trastos y basura innecesarios. Una situación que interfiere en el desarrollo familiar y de la que existen muchos testimonios en la página web que han montado un grupo de hijos de acumuladores (www.childrenofhoarders.com) con el propósito a ayudar a las personas criadas en familias de este tipo. Los testimonios incluyen descripciones de cómo tenían que abrirse paso entre pilas de trastos para poder meterse en la cama o porqué, debido a la vergüenza, no se atrevían a invitar a amigos a jugar a casas que a menudo apestaban y en las que estaba totalmente prohibido tirar nada sin previa aprobación materna o paterna. Bajo el epígrafe, “Hablando al fin de un secreto familiar”, hay fotos de interiores de algunos de estos hogares que muestran un desorden indescriptible e intransitable. Desde la web, que no tiene fines lucrativos, se pide ayuda a la administración, tanto para los padres como para los hijos, que sufren de lo que ellos califican como una enfermedad en toda regla, que puede tratarse con terapia adecuadas, pero que todavía está poco reconocida por las autoridades sanitarias. //

Mida el orden de su desorden

Este test de la Asociación estadounidense dedicada al Estudio del Desorden Crónico (www.nsgcd.org), da unos baremos para medir el estado del desorden de cada uno:

Responda con un si o con un no:

1. ¿La desorganización reina en su vida desde hace años?

2. ¿Interfiere en la calidad de ésta y/o afecta sus relaciones de forma negativa?

3. ¿Pese a los intentos de organizarse, el desorden persiste?

4. ¿Es usted un info-maníatico? (es decir, guarda todo tipo de artículos, periódicos, libros…)

5. ¿Tiene pánico a archivar/clasificar?

6. ¿Cree que todo papel debe de estar a la vista o no lo encontrará nunca más?

7.¿Pierde documentos y objetos pese a guardarlos?

8.¿En la oficina, tarda más de tres minutos en encontrar sus papeles?

9. ¿Le gusta coleccionar?

10. ¿Acumula más de lo que necesita?

11. ¿Le causa complejos ser desorganizado?

12. ¿Hay muchas superficies de su casa cubiertas de papeles?

13. ¿Siente que de niño fue privado de cosas materiales o emocionales?

14. ¿Le cuesta desprenderse de las cosas aunque ya sean inútiles?

15. ¿Tiene muchos intereses y varios proyectos sin acabar?

16. ¿Se distrae con facilidad?

17. ¿Tiende a perder la noción del tiempo?

18. ¿Considera que compra demasiado?

La Asociación considera que si se ha contestado sí a las tres primeras preguntas, se necesita ayuda externa. El resto, son preguntas a título orientativo aunque a más respuestas afirmativas, más posibilidades de ser un desordenado crónico.

Cinco pistas para ponerse en marcha:

  1. Perder el miedo a desprenderse de cosas que ya no tienen ni utilidad ni valor sentimental: “Da un buenísima sensación de libertad ”, explica Donna Smallin.

  2. Pensar en los beneficios: la organización es una  inversión en tiempo, energía y espacio.

  3. Ir poco a poco: no se arregla en un día el desorden de años. Marla Cilley, artífice de flylady.com propone como primer paso en su programa de 31 días algo tan sencillo como limpiar la pica.

  4. Establecer zonas: flylady divide la casa en cinco áreas (entrada/comedor – cocina – baño/habitación extra –  habitación principal y salón) Cada semana se trabaja en una zona distinta.

  5. Establecer rutinas: quince minutos, cada día, para arreglar algo en la zona que toca.

Desorden, la plaga en casa  (MAGAZINE LV. 3/12/2006)

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