Creo que todo aquel o aquella que sea o haya sido miembr@ activo de una asociación de padres de una escuela entenderá el titular de esta entrada. El AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos), AFA (Asociación de Familias, en escuelas más progresistas) o APA (Asociación de Padres, a secas, habitual en escuelas concertadas y religiosas), es una entidad que despierta todo tipo de pasiones, destacando sin embargo la relación amor-odio con la entidad, tanto entre sus miembr@s activos como entre los padres asociados.
En la actualidad formo parte de la Junta de un AFA, pero trataré de no perder la objetividad en este escrito. Porque las ampas (empecemos por sus aspectos positivos y utilizando el nombre más clásico), son muy importantes en el funcionamento de la escuela. En especial en estos años de crisis, en los que se han recortado a destajo los recursos. Ello ha derivado en que, en muchas ocasiones, las ampas han servido de soporte extraordinario a los colegios, ayudándolos tanto en la compra de material como en tareas de mantenimiento, becas y gestión de crisis varias.
Muchas asociaciones de padres gestionan asimismo el comedor escolar y las actividades extracurriculares. También pueden encargarse de la compra y reciclaje de los libros de texto. La mayoría son también las responsables de las fiestas que, por lo menos en estos lares, son un evento importantísimo en la vida social escolar. En el Consejo Escolar, el máximo órgano consultivo de los centros, tiene que haber –además de los representantes de padres y madres–, un miembro del Ampa.
Como asociaciones que son, las ampas tienen estatutos, asambleas, comisiones y elecciones. Presidentes, tesoreros, secretarios y una Junta con sus debidos miembros, responsables de las diferentes comisiones. Estas ultimas pueden ser de todo tipo: de las clásicas comedor, fiestas y extraescolares a las ya más especializadas, como colonias de verano, reciclaje de libros, apoyo a la diversidad, acción social, género, sostenibilidad, etc. (mi favorita es la Comisió de la geganta, que existe en alguna escuela barcelonesa y responde a la tradición local de los gegants: esta comisión se encarga del mantenimiento de su giganta y sus salidas en diversas fiestas).
La geganta de un AMPA barcelonesa
Hay ampas muy ocupadas, que mueven una importante suma de fondos anuales y se involucran en cantidad de cosas. Otras, tienen un papel más discreto dentro del funcionamiento escolar. Algunas actúan con total transparencia y presentan sus cuentas anuales. Otras, sencillamente, no lo hacen. Incluso, hay casos de corrupción, como el de esta noticia de LA VANGUARDIA (Una pareja de padres, acusada de llevarse el dinero de su AMPA), que explicaba cómo un AMPA estaba en quiebra por el supuesto desfalco de 86.000€ que hizo el entonces presidente de la entidad y la tesorera –su mujer–.
Hay ampas que funcionan como clubs exclusivos, donde los miembros de la Junta parecen pasárselo bomba en petit-comité, y otras que batallan por tener más padres voluntarios. Porque estas son asociaciones sin ánimo de lucro y, por supuesto, sin remuneración alguna: se trabaja por amor al arte, a los hijos, al mundo asociativo o a la humanidad en general (cada uno tiene una razón secreta para ser miembro de la Junta de un Ampa).
Y se puede llegar a trabajar bastante… Yo he visto forrar centenares de libros, organizar al milímetro una fiesta impresionante, de tres días, servir chocolate con melindros para cuatrocientas personas, presentar power-points con proyectos de mejora de la escuela y que estos se materialicen, organizar viajes de fin de curso… Las ampas son una muestra de que el ser humano puede ser altruista, solidario, simpatiquísimo y trabajador pero, también, desagradecido, incomprendido, borde y ególatra. Porque en estas entidades también se dan egos desmedidos, discusiones interminables, grupos de whatsapp que echan humo, críticas internas y externas, traiciones y lealtades infinitas.
Como sucede en la vida, en las ampas, en general, se reciben más quejas que cumplidos por parte del público que utiliza sus servicios. También se soportan monólogos durante las reuniones de la Junta, donde pueden darse asimismo encendidas discusiones y amenas charlas. Hay gente muy competente y gente incompetente. Los que proponen mil ideas y pretenden que otros las materialicen y los que hacen cosas con eficacia y discreción. Gente que hace corrillos y gente que dice las cosas a la cara. Gente autoritaria y gente que quiere someter a votación absolutamente todo. Gente que lamenta estar allí pero que tampoco quiere irse, con el resultado de puestos y caras que se eternizan… En cierto modo, un AMPA es como un microcosmos de nuestra política, con todo lo bueno y lo malo que ello representa.//
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