Demasiadas preguntas…

Martes, cinco y media de la tarde. Entra un padre, con su hija de la mano, en la cafetería. La niña, que debe de tener un año y medio, quizás un poquito más, llora y llora. No suena a llanto  de aburrimiento o de mimancia, sino a llanto genuino. Efectivamente: el padre informa a laSigue leyendo «Demasiadas preguntas…»