LOS NIÑOS NO DUERMEN (y sus padres, tampoco).

El artículo revela que los síntomas del TDAH y los de un niño con falta crónica de sueño son casi idénticos. La avalancha de diagnósticos de estos trastornos puede deberse a la falta de sueño.

«En todo el mundo los niños están durmiendo menos (…) de bebés de un año a adolescentes, la hora de irse a la cama se alarga y la media de sueño, disminuye». Así de rotunda se muestra la periodista autora de este reportaje del diario británico THE GUARDIAN, que explica porqué los niños y los adolescentes actuales duermen cada vez menos horas.

«Los médicos están detectando un incremento importante de niños con problemas de sueño, que afectan a su salud física y mental», informa el subtítulo del artículo, que revela que en el Reino Unido las consultas hospitalarias de niños menores de 14 años por este problema se han triplicado en los últimos diez años.

NO DORMIR AFECTA EL BIENESTAR FAMILIAR

Esta falta de sueño generalizada está pasando factura: no solo en el coste millonario en medicamentos y visitas médicas sino, también, en el bienestar familiar. Y es que, para la gran mayoría de las personas, no dormir bien es un handicap físico y mental. Y si los niños no duermen, los padres no duermen. Kleeman recoge el testimonio de una madre desesperada: cada noche, ella y su marido tardan tres horas y media en conseguir que su hija Elise, de dos años, se duerma. «Lloro. Pienso en ello constantemente. Una palabra: dormir, domina mi vida. Me siento una mala madre. Inútil, baja de ánimo y al borde de la depresión», asegura.

El artículo (que también tiene una versión documental en la BBC) explica cómo la melatonina sintética se está recentando a diestro y siniestro a los niños y revela que esta falta de sueño está afectando de manera comprobada en el rendimiento escolar.

También visita una clínica del sueño infantil en el Reino Unido, regentada por la oenegé  the Children’s Sleep Charity: el primer equipamiento público destinado a ayudar a las familias con niños y adolescentes con problemas de sueño. El servicio está colapsado.

La doctora Heather Elphick, que trabaja en The Children’s Sleep Charity, enumera algunos de los costes en la salud de no dormir: entre otros, debilita el sistema inmunitario y es un catalizador de la obesidad. La especialista también sospecha que a muchos niños se les diagnostica el famoso TDAH (el trastorno por déficit de atención e hiperactividad), cuando en realidad, lo que les sucede es que no duermen lo suficiente: «La falta de sueño conduce a conductas que son exactas a las de los niños diagnosticados con TDAH», explica. La pediatra añade que: «La falta crónica de sueño puede conducir a la enfermedad mental, particularmente en los adolescentes, a los cuales les puede provocar depresión».

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Imagen de la organización THE CHILDREN’S SLEEP; financiada por la seguridad social británica y que ayuda a los padres a educar el sueño de los hijos. Están desbordados.

Hay una parte de la población mundial —mínima—, que puede funcionar con muy pocas horas de sueño al día. Luego estamos la gran mayoría, que necesitamos entre 7 y 9 horas diarias para oxigenarnos, reponernos, desconectar y, en definitiva: descansar. Y los niños necesitan más horas que nosotros (en este artículo se citan, como ejemplos, 11 horas para los niños de cinco años; 10 para los de diez y 9 para los de quince. ¡Los más pequeños aún necesitan más!).

El sueño es tan vital para los niños como lo es su buena alimentación (o quizás, «incluso más», destaca la doctora Elphick): «Si pudieras fabricar una pastilla que mejorara tus funciones cognitivas, que mejorara tus estado emocional y que detuviera el ansia de comerte esa galleta por la tarde, serías millonario. ¡Eso es lo que te procura el sueño! Y es gratis y está a la disposición de todos». Los expertos consultados en este reportaje reivindican como urgente poner en la agenda de la salud pública la necesidad de que los niños duerman más. «Lo hemos hecho con la nutrición y la obesidad. Ahora debemos de hacerlo con la importancia del dormir», explican.

CAUSAS DE ESTE DÉFICIT DE SUEÑO

¿Qué está pasando? ¿Por qué los niños del siglo XXI duermen cada vez menos? La periodista destaca tres aspectos que han tenido lugar principalmente en la última década. «Nuestra cada vez mayor dependencia hacia la tecnología, un estilo de crianza centrado en el niño (…) y el ejemplo que dan las generaciones más mayores, que trabajan más horas, vienen más tarde a casa y están constantemente pendientes de sus móviles».

Es cierto, dale un móvil, una tele, una tableta a un niño y… ahí se queda. Y lo mismo sucede con los adultos. Las nuevas tecnologías, que hace diez años no existían, nos están cambiando los hábitos de vida y de sueño. La televisión interactiva, los juegos de ordenador y el miedo a no estar presente en las redes sociales hacen que —padres e hijos— pasemos cada vez más horas frente a las pantallas.

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El reportaje que cito nace del programa, SLEEPLES BRITAIN, emitido hace unos días por la BBC y que puede verse en este enlace de YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=_TK31ibarA4

Hay que desconectar, insisten los expertos, porque «está científicamente probado que la tecnología les dice a nuestros cerebros que no se vayan a la cama». La luz azul de tabletas, móviles, ordenadores y aparatos de televisión interfiere con la producción de melatonina, la hormona que el cuerpo segrega de forma natural cuando se pone el sol y nos hace sentir sueño.

En contra de lo que muchos padres creen, la tele y las pantallas no ayudan a relajarlos, sino a mantenerlos despiertos. Por ello, una primera solución que recomiendan los expertos es algo tan sencillo como desconectar una hora antes de la hora de acostarse, para dar espacio al cerebro a relajarse. Primero, desconectar y, segundo, crear unas rutinas que ayuden a preparar esa «hora de dormir» que para muchos se ha convertido en una pesadilla.

RUTINAS Y LÍMITES

El problema es que las rutinas, una «hora de ir a la cama» fija, escasean cada vez más en los hogares. La hiperactividad que invade nuestras vidas y agota a los padres y esa «crianza centrada en el niño» que mencionaba la autora del reportaje, está provocando que sean ellos los que decidan prácticamente todo lo que sucede en el hogar. Entre otros, la hora a la que se van a dormir e incluso, en modelos de la llamada crianza natural/respetuosa, donde van a dormir.

Yo tuve la inmensa suerte de tener a mis hijos cuando la idea de enseñar a tus hijos a dormir (es decir el método Estivill, basado en el método Ferber), no se veía como una forma de puericultura fascista, que es como se le llama entre ciertos círculos de crianza. Se veía como una manera de enseñar a tus hijos el hábito del sueño y del descanso: millones de niños —incluidos los míos— han sido educados así y, pese a los supuestos traumas que unos dicen que este método genera, puedo asegurarles que no ha sido mi caso. De hecho, en el reportaje de la BBC (minuto 24) se pregunta a la doctora Elphick sobre estas supuestas consecuencias traumáticas y ella responde así de contundente: «Tenemos estudios muy rigurosos que demuestran que no hay ninguna diferencia entre los niños a los cuales se ha enseñado a dormir con este método y los que no: gestionar la conducta de los niños en este sentido no tiene repercusiones a largo plazo. Al revés: que los niños duerman bien tiene unos beneficios muy positivos para la familia», recalca.

Los padres de Elise se siente «cupables» por implementar el método del «llanto controlado» pero en dos días han ganado una hora y media de sueño.

El reportaje se cierra con el testimonio de los padres de Elise, quienes en dos días, con la restricción de tecnología una hora antes del bed-time y utilizando el método del llanto controlado, han conseguido que su hija se duerma una hora y media antes. Ambos no acaban de creerse el cambio y lamentan que a los padres primerizos se les de tanta información sobre dietas, escuelas, etc, pero no se hable de la importancia de que los niños duerman bien, de educar a dormir.

DEL MUDO REPROCHE A LA ADMIRACIÓN

Si algo tenía claro en lo que respecta a la crianza de mis hijos era hacer todo lo posible para que durmieran bien. Mi marido pensaba lo mismo —fundamental— y mis dos hijos han dormido bien desde muy pequeños: los hemos metido primero en la cuna y luego en la cama, en unos cuartos estupendos, con sus peluches favoritos. Los hemos achuchado y les hemos contado cuentos y, después, se han dormido solos. A veces ha costado, sí, y han llorado y ha sido una batalla, pero jamás me he sentido una madre fascista como se dice tan alegremente por ahí (ojo, el método no consiste en dejarlos solos, llorando hasta la extenuación, sino en acudir cada X minutos a consolarlos si lloran, pero —a menos que estén enfermos— sin sacarlos de la cuna. Es lo mismo que te recomiendan en la clínica del sueño infantil mencionada en el reportaje).

Si yo hubiera seguido métodos «naturales» como el que aboga el pediatra superventas Carlos González (firme defensor de la lactancia prolongada y quien escribe, sin pestañear, que hay bebés y niños que duermen «más de lo normal» y habla de «patrones anómalos de sueño» en niños que toman leche artificial); creo que probablemente hoy no estaría hoy aquí. O estaría, sí, pero en peores condiciones, físicas y anímicas.

Sé que hay muchísimas madres que lo hacen de otra manera y las respeto, pero en mi caso, el poder acostar a mis hijos en su cuna a una hora razonable y verlos plácidamente dormidos unos minutos después, aunque haya costado algún llanto previo: A) Ha repercutido beneficiosamente en la salud familiar B) No ha resultado en hijos «sin apego» y traumatizados, como se empeñan en reiterar desde algunas corrientes.

Antes de que alguno me tache de malamadre, déjeme que les cuente una anécdota: nunca olvidaré un verano en Inglaterra, con un grupo de amigos ingleses que ejercían una crianza alternativa: los niños tenían entre dos-tres años, todas las mamás amamantaban a demanda y estaban muy preocupadas por la cuestión de la comida orgánica y la elección de la escuela más creativa. Mi hijo debía de tener un año y pico y —ante el reproche mudo pero indisimulado de las otras madres—, usaba chupete.

Creo que les parecimos los peores padres del mundo hasta que, sobre las ocho, después de darle la cena, fuimos a acostar al niño en la cuna de viaje. Cuando volvimos, unos minutos después, lo que eran indisimulados eran la admiración e, incluso, el pasmo: «¿YA duerme? ¿Se ha dormido SOLO? ¿CÓMO los habéis hecho? Yo tardo HORAS en dormirlo. Tengo que ESTAR SIEMPRE con él…», nos preguntaron.

Repito: cada uno ejerce lo mejor que puede como padre y madre y en cada casa hay unas prioridades. En nuestro caso, creo que hicimos lo mejor: para nuestros hijos, la salud de la familia, del matrimonio y de nuestras vidas laborales. Les dimos un regalo, que es el sueño: una de las actividades más esenciales y gratificantes para el bienestar humano.//

6 comentarios sobre “LOS NIÑOS NO DUERMEN (y sus padres, tampoco).

  1. M¡encanta Eva!!! El publico

    Confeso que jo també vaig fer servir el mètode Estivill i va ser genial

    I el meus fills són feliços I mooolt sans

    petooons

    Cristina Gutiérrez Lestón

    Codirectora de «La Granja»

    Presidenta de la Fundació per a l’Educació

    Autora del llibre ENTRENA’L PER A LA VIDA (Plataforma)

    Coordinadora del llibre PALABRAS DE NIÑO (Plataforma)

    Granja Escola de Sta Maria de Palautordera

    (Montseny)

    Web: lagranja.cat

    http://www.fundaciolagranja.com

    Tel: 93 848 11 25 / 93 848 23 28

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    1. Gràcies Cristina! I sí, ja va sent l’hora de reivindicar l’Estivill, «demonitzat» en segons quins sectors i que, al cap i a la fi, el que ajuda és a aconseguir quelcom tan important com que els nens… dormin bé!
      Molts petons, Eva

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  2. Una vegada més he acudit a la lectura del teu article. Com a pare (i parlo en nom també de la meva dona), estic molt identificat amb la teva postura. És una llàstima que el seny quedi per darrera de modes i estereotips actuals i qui sorti perdent sigui el infant.

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    1. Benvolgut Matias; primer de tot, gràcies per llegir-me i pendre’t la molèstia de fer un comentari. Jo és que el tema de dormir ho tenia tan clar que em sap greu. Especialmente, pels nens, que van cansats però també pels pares. Moltes gràcies, gràcies a missatges així continuo escrivint. Eva

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  3. Eva, quin gran article. M’encanta.Felicitats perquè dius el que realment cal dir amb respecte absolut, llàstima que en alguns cercles aquest respecte no firguri per enlloc.

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