LAS HIPERMADRES SON MÁS INFELICES

captura-de-pantalla-2016-09-28-a-las-19-26-53Ya expliqué en mi libro, Hiperpaternidad (Plataforma), que una de las principales consecuencias del modelo educativo «hiper» es el estrés materno: son las mujeres las que cargan con el peso de una crianza que implica una atención permanente hacia los hijos, con el fin de conseguir esos niños perfectos que la sociedad parece requerir.

Sólo hay que mirar la foto que he escogido para encabezar este post para entenderlo: se trata de Marion, una madre argentina, de 49 años, la cual, como explica Evangelina Himitian, la autora del reportaje, publicado en el diario argentino La Nación: «Como madre de Tomás, de 13 años; de Francisco y Andrés, mellizos de seis, y de Luciano, de cuatro, pasa más horas arriba de su auto que en su propia casa. Los lleva a clases, y después a fútbol, taekwondo y natación. También van a tenis, toman clases de arte y juegan al golf. Si puede, cuando alguno de los chicos no quiere comer en la escuela lo busca para que puedan estar juntos los 45 minutos que dura el almuerzo».

Marion, añade la autora: «También les hace la tarea o les pinta a escondidas esa lámina de ciencia que tienen que entregar, con un único objetivo: que quede perfecta».

Marion lleva mucho estrés. No sorprende: tener cuatro hijos y quererlos hiper desquicia a cualquiera. Repito: solo hay que fijarse en la foto.

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De todos modos, esta impresión puramente visual sobre el estrés que provoca la crianza intensiva acaba de ser reafirmada académicamente: Almudena Sevilla, profesora de la Queen Mary University de Londres —especialista en sociología familiar y uso del tiempo—, ha publicado junto al profesor José Ignacio Gimenez-Nadal un estudio que concluye que: «Las madres que suelen centrarse en lo que la literatura denomina «maternidad intensiva”, tienden a ser las más infelices cuando pasan tiempo con sus hijos».

Los autores añaden que «se ve claramente que a medida que aumenta el nivel educativo, menor es el nivel de satisfacción y sentido que las madres dan a pasar tiempo con sus hijos, y mayor el nivel de cansancio y estrés».

Como se explica en el informe (¿Por qué las madres con estudios están tan cansadas y estresadas?), que encontrarán en el blog de economía Nada es gratis«En la mayoría de los países desarrollados las madres de mayor nivel educativo tienden a conversar, razonar, y realizar actividades intelectualmente estimulantes para el desarrollo del niño».

Actividades que, está demostrado, tienen beneficios a largo plazo para los hijos. Entonces, se preguntan Sevilla y Giménez-Nadal: ¿Por qué este tipo de maternidad intensiva es perjudicial para las madres?

Tras analizar una gran variedad de variables socio-económicas (incluido el empleo), los autores llegan a la conclusión  que la principal razón para esta mayor infelicidad es: «La expectativa social de que tienen que seguir un tipo de maternidad más intensa«.

La presión social, vaya. La insana competitividad entre padres que existe hoy en la crianza y que provoca infancias que parecen campos de entrenamiento, dirigidos por madres agotadas como Marion. Si a ellos le sumamos la abrumadora oferta —extraescolares, gadgets, experiencias mágicas…— que parece que les has de dar, sí o sí, a los hijos para que triunfen o sean felices, el estrés y la inseguridad campan a sus anchas.

No deja de ser irónico que, con la mejor de las intenciones, no se consigan maternidades felices. Y, ojo, no solo las madres. En este otro post de Almudena Sevilla en el blog childandfamiliyblog se añade que «curiosamente, nuestra investigación sugiere que se da un patrón similar de una paternidad más infeliz (en el original, en inglés, se habla de «more miserable parenting«), en hombres con mayor nivel de estudios». Es decir, los padres también los pasan mal.

 

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El problema, resumen los autores, es que «la salud mental de los padres puede tener un gran impacto en el bienestar de los niños». Del mismo modo, añaden: «La insatisfacción puede poner en peligro la relación conyugal, cuya estabilidad también es importante para el desarrollo del niño».

Y, para acabar, un toque de atención. Según Sevilla y Giménez Nadal, hemos de reconsiderar «el enfoque simplista que a veces hace demasiado hincapié en el tiempo que se dedica a los hijos en actividades de desarrollo, independientemente del coste psicológico para las madres (y padres)». Es decir; sí, está maravillosamente bien dedicarse a los hijos, pero si esta dedicación intensiva que practican los hiperpadres produce estrés y ansiedad, quizás sería hora de empezar a replantearse este modelo: apostar por una paternidad más relajada, que confíe más en los hijos y los deje más a su aire, por el bien de todos.

 

 

 

2 comentarios sobre “LAS HIPERMADRES SON MÁS INFELICES

  1. Pero parece que el mismo argumento de tratar de hacérselo fácil a los hijos, para que no sufran, los pobres se podría aplicar a las pobres madres y pobres padres que se tienen que enfrentar a algo tan duro como hacerse cargo de sus hijos.

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